Amar duele





Orfeo conduciendo a Eurídice fuera del infierno.  Jean Baptiste Corot (1861). Museo de Bellas Artes de Houston

AMAR DUELE

Hay una leve membrana que protege la intimidad. Permanece intacta en la amistad y en muchas relaciones personales, pero siempre es profanada en las relaciones amorosas. Compromete y da acceso al cuerpo y las entrañas. Debajo de la piel todo duele, como carne viva. Las palabras llegan a los puntos más dolorosos del espíritu. 

La ruta del deseo y del más intenso de los placeres es un zarzal. Después del primer beso desaparece la leve membrana. El contacto llega hasta la carne y aviva la tensión hasta la demasía. Se quiere todo. Nada de moderaciones. Es curioso, pero el alma estorba para sentir el cuerpo. No hay forma de reconstituirse sin el otro. Es un proceso irreversible y violento. Se ha desaparecido el yo en el otro pero también se percibe más fuerte. Fuerte y vulnerable. Se puede hacer una lista interminable e inútil de porqués. Las preguntas y la razón son un tormento para comprender un proceso irracional. 

Orfeo, el mítico poeta y músico de la Antigua Grecia, hijo de Apolo (también músico) y de la musa Calíope, sedujo y amó como nadie a Eurídice, la más bella de las ninfas de Tracia.  El día de su boda fue raptada por Aristeo, un pastor que era rival de Orfeo.  Ella escapa de la captura, pero en la huida es mordida por una serpiente y muere por envenenamiento ofídico. El amor produce dolor, pero también una esperanza gigantesca que induce a Orfeo a rescatar a su amada del inframundo, gobernado por Hades, hermano de Zeus.  Al llegar a la Laguna Estigia suplica a Caronte que lo traslade en su barca hasta el Reino de Hades.  Caronte se resiste, pero Orfeo logra doblegarlo tañendo en su lira una música profundamente triste, con la que también logra la misericordia de Hades, quien accede a su petición de regresarle a Eurídice, con la condición de no voltear ni verle el rostro hasta no estar totalmente fuera del inframundo.  Orfeo logra salir del Hades, y pensando que ya su amada también está fuera, voltea a mirarla, con la desgracia de que ella aún no había sido totalmente bañada por el sol, por lo que sufre una segunda muerte, queda instantáneamente convertida en una sombra, y regresa irremediablemente hacia el infierno.  Orfeo  adolorido jura no estar nunca más con ninguna mujer.  Sin embargo, las Ménades tratan de convencerlo de tocar su lira y seducirlo, a lo que se niega rotundamente.  Las Ménades lo matan y descuartizan.  La cabeza de Orfeo, separada de su cuerpo, seguía llamando a su amada Eurídice.   

Desde los antiguos griegos se busca comprender la ponzoña erótica.  El flechazo del daimón. La verdad es que no hay expertos en el tema. La ciencia quiere explicar el sufrimiento a que da lugar el desamor como síndrome de abstinencia por las endorfinas y la dopamina que produce ese primer beso, pero nada se sabe por qué depende tanto de quién lo da y quién lo recibe. Algo se ha avanzado, pero nada es tan simple, porque tampoco desapareció el misterio de la cara oculta de la luna porque los chinos colocaran allí una nave espacial. 


Carlos Rojas Malpica

Valencia, 2020



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